Me ha acompañado toda mi vida. Converso con ella infinidad de temas y múltiples ritmos, entre primas y bordonas, entre acordes y arpegios, dibuja este tiempo que me toca vivir al son de sus cuerdas. Siempre está cerca. Sé que no es exclusivamente mía, porque habita cada rincón del mundo donde aflora una emoción.
La guitarra me dio amigos, pero sobre todo momentos imborrables que demuestran que su presencia acaso sea una forma de vida.
Recrear con mi guitarra la música de mi país es la manera más sincera que encontré para expresar lo más profundo de mi tierra y así compartir con muchos otros mis sentimientos más genuinos.